Expansión de la comunicación oral
Cuando los niños y niñas llegan a la escuela, ya
son usuarios competentes, pero limitados, en el uso
del lenguaje oral. Por este motivo, es necesario expandir
su lengua materna, validando su “cultura
oral” y promoviendo muchos espacios para la comunicación
oral espontánea, escuchándolos permanentemente
e introduciéndolos al lenguaje formal
y al hablar en público. La evidencia acumulada
por la investigación señala que los niños construyen
aprendizajes cualitativamente superiores cuando
estos se basan en sus competencias lingüísticas
y en sus conocimientos y experiencias previas.
Dentro de la escuela uno de los factores que
más contribuye al desarrollo de la expresión oral es
el modelo de lenguaje que los niños reciben de parte
del docente. En consecuencia, en todas sus intervenciones,
este debe dar un modelo del uso del lenguaje
formal. Al interactuar con los niños, el docente
tiene oportunidad de expresar de modo formal
lo mismo que ellos dicen de manera familiar, facilitando
el paso de un tipo de lenguaje a otro.
Durante este nivel, el programa da gran importancia
a la audición constante de textos literarios,
tales como relatos y poemas, porque constituyen
una fuente privilegiada de enriquecimiento del
lenguaje. Por esta razón, se recomienda que, junto
a los relatos narrados por el docente, los niños
tengan numerosas oportunidades de escuchar textos
leídos. La audición de poemas les permite disfrutar
de los mismos y, posteriormente, leerlos,
memorizarlos y recitarlos.
Dado que un gran número de niños y niñas
dedica una parte importante de su tiempo a ver
programas de televisión, que tienen un fuerte
componente visual y auditivo, se recomienda
aprovechar los conocimientos y vivencias que
ellos enfrentan a través de este medio para desarrollar
su capacidad de recepción y expresión.
También es necesario empezar a formar a los
alumnos como auditores críticos, haciéndolos
tomar conciencia de los contenidos de los mensajes
que la televisión les entrega.
En todo momento hay que tener en cuenta
que el desarrollo de la expresión oral implica un
conjunto complejo de habilidades:
• conciencia del propósito comunicativo y del
destinatario,
• organización de las ideas,
• construcción correcta de frases y oraciones,
• pronunciación, articulación y entonación
adecuadas,
• respeto del turno para hablar y adecuación
de los niveles o registros de habla1 a la edad o
jerarquía de los interlocutores, en conversaciones
y otras situaciones comunicativas.
Todas estas habilidades se integran cuando la
expresión oral se da en contextos significativos,
sin necesidad de ejercitar cada una de ellas aisladamente.
Desde un punto de vista práctico, la valoración,
desarrollo y expansión de la lengua materna
implica construir un ambiente que favorezca
las interacciones con distintos propósitos; utili
zar las narraciones que niños y niñas hacen de
sus juegos y de su vida en familia y en el barrio,
sus anécdotas, su historia familiar, sus noticias,
sus deseos, fantasías, aspiraciones, etc., como temas
para ser escuchados, conversados y comentados,
estimulando, igualmente, su repertorio de
cuentos, canciones conocidas, sus fórmulas de
juego, adivinanzas, trabalenguas, chistes, poemas
y otras formasliterarias simples.
Se espera que al final del primer año, niños
y niñas hayan superado el temor a expresarse
oralmente y a hablar en público y que hayan desarrollado
una aceptable capacidad de escuchar.
En el segundo año, deben progresar en su expresión
oral utilizando gran parte de las normas
del lenguaje formal y un vocabulario cada vez
más amplio y preciso.
Cuando los niños y niñas llegan a la escuela, ya
son usuarios competentes, pero limitados, en el uso
del lenguaje oral. Por este motivo, es necesario expandir
su lengua materna, validando su “cultura
oral” y promoviendo muchos espacios para la comunicación
oral espontánea, escuchándolos permanentemente
e introduciéndolos al lenguaje formal
y al hablar en público. La evidencia acumulada
por la investigación señala que los niños construyen
aprendizajes cualitativamente superiores cuando
estos se basan en sus competencias lingüísticas
y en sus conocimientos y experiencias previas.
Dentro de la escuela uno de los factores que
más contribuye al desarrollo de la expresión oral es
el modelo de lenguaje que los niños reciben de parte
del docente. En consecuencia, en todas sus intervenciones,
este debe dar un modelo del uso del lenguaje
formal. Al interactuar con los niños, el docente
tiene oportunidad de expresar de modo formal
lo mismo que ellos dicen de manera familiar, facilitando
el paso de un tipo de lenguaje a otro.
Durante este nivel, el programa da gran importancia
a la audición constante de textos literarios,
tales como relatos y poemas, porque constituyen
una fuente privilegiada de enriquecimiento del
lenguaje. Por esta razón, se recomienda que, junto
a los relatos narrados por el docente, los niños
tengan numerosas oportunidades de escuchar textos
leídos. La audición de poemas les permite disfrutar
de los mismos y, posteriormente, leerlos,
memorizarlos y recitarlos.
Dado que un gran número de niños y niñas
dedica una parte importante de su tiempo a ver
programas de televisión, que tienen un fuerte
componente visual y auditivo, se recomienda
aprovechar los conocimientos y vivencias que
ellos enfrentan a través de este medio para desarrollar
su capacidad de recepción y expresión.
También es necesario empezar a formar a los
alumnos como auditores críticos, haciéndolos
tomar conciencia de los contenidos de los mensajes
que la televisión les entrega.
En todo momento hay que tener en cuenta
que el desarrollo de la expresión oral implica un
conjunto complejo de habilidades:
• conciencia del propósito comunicativo y del
destinatario,
• organización de las ideas,
• construcción correcta de frases y oraciones,
• pronunciación, articulación y entonación
adecuadas,
• respeto del turno para hablar y adecuación
de los niveles o registros de habla1 a la edad o
jerarquía de los interlocutores, en conversaciones
y otras situaciones comunicativas.
Todas estas habilidades se integran cuando la
expresión oral se da en contextos significativos,
sin necesidad de ejercitar cada una de ellas aisladamente.
Desde un punto de vista práctico, la valoración,
desarrollo y expansión de la lengua materna
implica construir un ambiente que favorezca
las interacciones con distintos propósitos; utili
zar las narraciones que niños y niñas hacen de
sus juegos y de su vida en familia y en el barrio,
sus anécdotas, su historia familiar, sus noticias,
sus deseos, fantasías, aspiraciones, etc., como temas
para ser escuchados, conversados y comentados,
estimulando, igualmente, su repertorio de
cuentos, canciones conocidas, sus fórmulas de
juego, adivinanzas, trabalenguas, chistes, poemas
y otras formasliterarias simples.
Se espera que al final del primer año, niños
y niñas hayan superado el temor a expresarse
oralmente y a hablar en público y que hayan desarrollado
una aceptable capacidad de escuchar.
En el segundo año, deben progresar en su expresión
oral utilizando gran parte de las normas
del lenguaje formal y un vocabulario cada vez
más amplio y preciso.
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